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De África nos vienen el buen ritmo, el color mezclado, el sabor potente y gran parte de nuestro sincretismo religioso, huellas que influyeron notablemente en la formación de nuestra identidad nacional y en la concepción de ese gran ajiaco cultural que, a decir de Fernando Ortiz, representa Cuba

El 25 de mayo marca el nacimiento de la mayor estructura de integración regional en África: la Organización de la Unidad Africana -actual Unión Africana- fundada en 1963 como plataforma de unidad continental. Desde entonces, se dedica esta jornada a celebrar el Día de África, resaltando esencialmente la africanidad, el misticismo cultural de este continente, su historia, logros y desafíos actuales.  

El pueblo de Cuba también se suma a estas celebraciones, ocasión en la que se rinde merecido culto a la influencia de las raíces e historia africanas en nuestra Isla. Esta jornada es la puerta perfecta para adentrarnos en esa África profunda que marcó las obras de Wilfredo Lam y Nicolás Guillén; esa que nuestros antepasados nos enseñaron a amar, y que Fidel Castro y Ernesto Che Guevara nos convidaron a acompañar a los hermanos africanos en sus ansias de liberación. 

Ambos países están unidos por históricos e inquebrantables vínculos, que datan de nuestras guerras contra el colonialismo y por la independencia. Africanos y sus descendientes estuvieron a nuestro lado en la contienda necesaria; cubanos partieron a ese otro continente a hermanarse en la larga lucha contra la dominación extranjera. Así habló nuestro Comandante en Jefe sobre la presencia cubana en las luchas de liberación nacional africanas:  “ (…) combatir contra los soldados fascistas y racistas del apartheid, e incluso contribuir a la victoria de los pueblos de África que veían en aquel sistema su mayor afrenta, es y será siempre un motivo de orgullo (…)”.  

Hermanos africanos, a través de la Unión Africana, levantan sus voces y nos acompañan en la batalla por el levantamiento del injusto bloqueo que por más de sesenta años ha impuesto EEUU a Cuba. 

Entonces, cada rincón de aquella tierra, desandado por los cubanos, ayer de verde olivo contra el oprobioso régimen del Apartheid y hoy de batas blancas contra las emergencias sanitarias como la que se libró contra el Ébola, cumple con ese compromiso histórico forjado en el deber de servir al continente.

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De África nos vienen el buen ritmo, el color mezclado, el sabor potente y gran parte de nuestro sincretismo religioso, huellas que influyeron notablemente en la formación de nuestra identidad nacional y en la concepción de ese gran ajiaco cultural que, a decir de Fernando Ortiz, representa Cuba. De ahí ese sentimiento de sublime apego e indescriptible conexión con África, esa inevitable identificación que solo profesan quienes comparten raíces comunes.  

África es para Cuba y su gente, esa especial relación ancestral, esa rica y orgullosa herencia de alegría, esa irredenta vocación de rebeldía y resistencia que también nos corre por las venas, ese compromiso irrevocable de contar con nuestra mano amiga en cada causa que suscite el apoyo de la Mayor de las Antillas. 

¡Feliz jornada, hermanos africanos

 

 

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